La luz en África. Nombre y Apellido: Michaela Debnáriková. Nombre del centro: Gymnázium Mikuláša Kováča,

Transcripción

1 La luz en África Nombre y Apellido: Michaela Debnáriková Nombre del centro: Gymnázium Mikuláša Kováča, sección bilingüe de Banská Bystrica, Eslovaquia. Categoría: B 1

2 La luz en África Hace buen día. El sol brilla con toda su fuerza en este camino que está extendido por estas tierras secas y calientes. Es la tercera semana que estamos caminando, casi sin dormir, beber, comer. Nuestro viaje es muy largo y difícil; por eso no nos queda tiempo para cosas cotidianas. Ya hemos conocido 2

3 tanta gente que no me acuerdo de casi de ninguno. Pero creo que estos encuentros nos dan energía para seguir viajando y conociendo más gente con muchísimas ganas. He dicho que no me acuerdo casi de ninguno, pero de uno sí. Era un chico pequeňo, moreno, con los ojos tan grandes y azules como todos los océanos del mundo. Era tan pequeňo e inocente, pero llevaba en su carita tanta tristeza y una pinta que yo antes de conocerle no había conocido. Le encontrábamos cerca de Kisumu (una ciudad africana) y nos dijo que estaba viajando a Nairobi. Nuestro viaje tenía la misma dirección, así que le llevabamos con nosotros sin problemas, era muy pequeňo y no tenía ninguna maleta. Ya habíamos visto muchos niňos así. Sin familia, dinero, educación. Tenían sólo una camisa muy vieja. Tampoco tenía zapatos. A unos niňos les compramos algo, pero tampoco 3

4 teníamos suficiente dinero para alimentar o vestir a todos los niňos africanos. Como ya he dicho, vimos muchos niňos así, pero este chico era para mí muy especial (sin saber por qué), y por eso me apeteció llevarle con nosotros. No nos había dicho casi nada. Estaba andando sin problemas y nunca nos había dicho que estaba cansado o que quería beber o comer. Cuando comíamos, él comía con nosotros pero siempre elegía sólo un trocito pequeňito de nuestra comida que no podía alimentar ni a un ratón. Un día le pregunté de dónde era, pero solo me dijo que era de la tierra caliente y seca, de la tierra sin agua, sin comida, y que nunca había tenido tanta comida y el cuidado que tenía con nosotros. Y eso fue la frase más larga que nos había dicho durante las dos semanas de nuestro viaje. Pasábamos por muchas ciudades, pero nadie hablaba con este chico ni lo miraba a él. Era como invisible. A mí no me interesaba esto porque lo habíamos visto allí ya muchísimas veces, los adultos allí normalmente no ponían atención en los niňos (menos en 4

5 los extranjeros). En cada lugar habíamos comprado algunos regalitos para nuestras familias. Un día este chico me preguntó (era su primera pregunta) por qué lo hacíamos. Le dije que para que ellos también tuvieran algún recuerdo de nuestro viaje. Él no entendía por qué teníamos que comprarles algo. Si teníamos las fotos e historías que habíamos vivido en nuestro viaje. Estaba pensado en eso y en todas sus preguntas y me pareció que la única respuesta era que eso era un costumbre. Cuando estábamos a 50 kilómetros de llegar a Nairobi el chico me dijo que le dolía mucho la cabeza. No sabíamos por qué, así que pensábamos que tenía hambre o sólo estaba cansado, así que paramos en un pueblito para comer algo y descansar un poco. Durante este descanso me fijé en sus manos y vi que tenía pequeňitos verdugones. Lo dije a mis amigos y teníamos un poco miedo porque conocíamos todas 5

6 enfermedades africanas, pero decidimos que podía seguir con nosotros. Después de una hora supe que tenía alguna enfermedad, estaba más y más desmayado. Teníamos muchos descansos y mis amigos le llevaban en sus brazos. Cuando llegamos a Nairobi, decidí que iba a buscar algún médico que le pudiera ayudar. Pero él me había dicho algo que me paró,:,,ya estoy en el término de mi viaje, ya estoy con ellos, en mi tierra, ya puedo morir... Y la pinta de su cara totalmente cambió. También nos dijo si le podíamos acercar a una casa azul con ventanas blancas, que estaba cerca de una iglesia roja. Le llevamos allí. Durante este camino nos dijo que allí su tío mató a sus padres y después le llevó a su tierra a Angola (a la 6

7 ciudad de Namibe), allí había escuchado una conversación entre sus tíos. Su tía dijo que tenía una enfermedad mortal, así que lo único que quería es morir con sus padres. A pie fue de Namibe a Kisumu, donde se encontró con nosotros. La única frase que nos dijo cuando acabamos de llegar a esta casa fue:,,gracias por vuestra companía en mi viaje, gracias por el ciudado, ahora puedo morir con el conocimiento de que alguien se acordará de mí, y que voy a morir con mis padres, muchas gracias. Y después su cara cambió de esa pinta llena de tristeza, muerte y pobreza a una carita muy contenta y feliz. Nosotros estábamos allí sin palabras, sentados en la tierra. Mi amigo hizo un cruz y le puso sus manos. Después nos levantamos y seguimos nuestro viaje pensando en este pequeňito héroe que hizo un camino imposible para estar con su familia para siempre... 7

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