Copyright María de la Piedad García-Murga Suárez, 2011

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3 POESÍA

4 Directora de la colección: Concha López Piña Copyright María de la Piedad García-Murga Suárez, 2011 Copyright para todos los países en lengua española: Ediciones Antígona, S. L. C/ Prim 15, local Madrid Tel info@edicionesantigona.com Primera edición, 2011 Diseño de cubierta: Fernando Soto (fsotocd@gmail.com) Editor: Ignacio Pajón Leyra Impresión y encuadernación: Publidisa, S. A. ISBN: ISBN digital: Depósito legal: SE Impreso en España / Printed in Spain Este libro está impreso en papel ecológico. Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra, incluido el diseño y las imágenes de la cubierta, por cualquier medio o procedimiento, comprendidas la reprografía, el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

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7 ESCOJA SU SABOR, USTED QUÉ QUIERE? Seguramente haya tantos motivos para escribir como personas que escriben. Yo no sé bien por qué escribe Piedad, pero se me ocurren dos cosas. La primera, parafraseando a Jung de memoria, es aquello de que todos los escritores deben ser enfermos nerviosos, porque tienen la necesidad imperiosa de contar cosas íntimas. No sé si esto valdría para los novelistas naturalistas tanto como para los poetas de la experiencia. Tal vez valga para Piedad, porque Piedad habla de sus cosas. Y realmente habla, porque usa un lenguaje que está cercano al lenguaje hablado y leerla nos lleva de algún modo a ser testigos de su emotiva conversación con un otro innombrado, como quien mira a través de una cerradura pero solo ve a una persona hablándole a alguien oculto que no responde. La segunda cosa que se me ocurre, yéndome ahora por lo popular, es la conocida expresión de que el luto se lleva por dentro. Y si se lleva por dentro, se comunica poco, contradiciendo el punto anterior. Se puede contar poco y contar mucho a la vez? Yo creo que sí. Se puede contar poco y decir mucho, por ejemplo. Se pueden decir muchas cosas, contándolas con cuentagotas o, si hablamos de poesía, con la claridad y la brevedad que destilan los versos de 7

8 El paladar perdido. No puedo imaginarme con barroquismos una poesía como esta, que habla de la traumática pérdida de la inocencia, del calambre que da a veces el contacto con el otro y la conmoción posterior: no era la carne tibia?, qué engaño es este? Es algo tan común... qué sentido tiene usar para ello un lenguaje que no sea el del habla, dotado de la gravedad que solo el verso breve tiene. Porque, qué duda cabe, el verso largo solo sirve para preparar el flechazo que supone el verso corto, es un tensar el arco, una espera dramática que, si se alarga demasiado, se puede volver inútil. La concentración es una cualidad, ya lo sabían los imagistas. Los versos de Piedad son flechazos en ese sentido, y hieren, pero a veces saben a fresa. No es ninguna tontería, estos versos tienen sabor, olor, textura... son versos muy sensuales, en ocasiones sexuales, siempre físicos. Son el fruto de la exploración constante del mundo, lo cual no deja de ser una perogrullada hablando de poesía. La exploración es algo propio de los niños y de algunos que escriben poemas o pintan cosas. Los poemas de El paladar perdido son quizá un gemido de transición entre lo primero y lo segundo. Hay algo infantil y adulto aquí, y no se me escapa que el título del libro puede tener su origen en esa pérdida real del gusto que sufrimos todos los seres humanos según vamos creciendo: nacemos con muchas más papilas gustativas que las que tenemos al llegar a la edad adulta. Piedad, como escritora de poemas, debe tener algo de mujerniña que le impulsa a llevarse todo a la boca. Así entendido, este libro es el resultado de su exploración: hay fresas (dulces y ácidas), pero también hay helados de herrumbre, erizos que pinchan al cogerlos, el hielo que es frío pero quema, la nata que es dulce y pringosa (sobre la fresa o sobre el erizo, porque hay quien lame los erizos, que no es como lamer bujías, porque el erizo es cálido y se estremece entre las manos). Y tal vez por ser una mujer-niña no le tenga ella miedo a la rima, tan rala hoy en día en las cabezas creativas. Sus poemas tie- 8

9 nen a veces el soniquete de una nana de romancero, aunque sus temas no sean los de un poema infantil, su yo-mujer le puede. Y de la tensión entre las dos Piedades, producto quizá de esa enfermedad nerviosa que decía Jung que sufrían los escritores, surge la flecha hiriente de sus poemas ( esos versos breves!), dispuesta a clavarse en nosotros, los lectores, y dejarnos un sabor, un olor, un tacto de algo que ella sintió una vez y que nosotros solo captamos en su forma destilada su poesía para descubrirnos que, en efecto, lo que saboreamos, tal vez por el mismo hecho de haber vivido, de haber experimentado, no tiene ya el sabor original, es solo un deje, una vaguedad, un triste eructo de corazón ahíto. Aunque quizá, por un momento, podamos reencontrarnos con nuestro propio paladar perdido y recordar esos sabores que nunca volveremos a probar. No todos son agradables. Borja Menéndez Díaz-Jorge Abril de

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